Todo terreno tiene asociada una energía que está en relación con lo que allí ha sucedido: si han habido muertes, conflictos, situaciones difíciles que tienen que ver con la adquisición del predio, esta información queda grabada y todo lo que allí se construya quedará impregnado de esa energía. Es por esto que se pueden percibir energías densas en casas nuevas.
Adicionalmente, cuando el espacio físico ha sido habitado, se guarda la información de las emociones y situaciones vividas allí, por ejemplo: si alguien tuvo una enfermedad queda en el espacio la energía de la tristeza, sufrimiento y angustia que la persona haya sentido. Si hubo una separación de pareja, esta energía permanece en el ambiente. Si las personas que allí vivieron tuvieron pérdidas económicas, puede quedar el espacio con la energía de la carencia y pérdida. Esta situación podría generar que las siguientes personas que habitan el espacio tengan situaciones de esta índole, que se sientan incómodos, que tengan la percepción de que hay algo que no les agrada porque de una u otra forma están percibiendo la carga energética que tiene el espacio.
Por tanto, si en un espacio físico predominan, la tristeza, la desesperación,
la ira, el odio, la depresión y el miedo, afectará negativamente a los que viven
en la casa. Incluso si la casa está vacía, los que lo visitan se verán afectados por dicha negatividad.
Una casa cargada negativamente actuará como un foco de drenaje energético de aquellos que visitan o viven allí.
También hará que falte la armonía y a menudo conducirá a dificultades de salud.
Hay casos en que las personas les dejan trabajos de magia en los espacios físicos con el objetivo de afectar su tranquilidad y bienestar.
También, las mascotas se pueden cargar con estas energías densas.
Por lo tanto, es muy importante que el espacio que habitamos esté libre de estas cargas energéticas que lo densifican, para que su energía se sienta agradable y apoye nuestro bienestar.
Señales que indican que hay energías densas en el espacio físico
Sensación de no querer estar en casa, sentirse incómodo, cansado.
Sentir dolores de cabeza, náuseas, insomnio.
Las flores y frutas se dañan muy rápido.
Las plantas se marchitan.
Ocurren fenómenos tele kinésicos: puertas que se abren y se cierran solas, luces que se apagan y se prenden, se escuchan pasos, cosas que se rompen sin un motivo físico aparente.
Objetos como cubiertos y llaves aparecen en otros sitios.
Súbitas bajadas de temperatura. Corrientes de aire frío estando las puertas y ventanas cerradas.
Se dañan los electrodomésticos.
Sombras que se desplazan, se ve por el rabillo del ojo repetidamente.
Sensación de ser tocado.
Apariciones de siluetas con rasgos definidos.
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