A lo largo de nuestra vida, suceden eventos que nos impactan a nivel emocional. Desde el periodo de gestación podemos recibir cargas emocionales de nuestra madre o si al momento de nacer se vivió un evento traumático, esto deja una energía a nivel inconsciente asociada a lo que se vivió como miedo y angustia.
Asimismo, si durante la niñez e infancia se vivieron situaciones de agresión, abandono, rechazo esa energía puede estar con nosotros a nivel subconsciente generando bloqueos en los centros energéticos.
Si se ha vivido un proceso de matrimonio, separación conflictiva y/o vivencias de sucesos traumáticos, parte de la energía que se movió en esas situaciones puede estar con nosotros en el cuerpo físico y energético e influye en cómo nos sentimos hoy, así las experiencias se hayan vivido muchos años atrás.
Es decir, toda la energía emocional, seamos conscientes de ella o no, si no se ha gestionado hace que al día de hoy nos podamos sentir tristes o angustiados sin una causa aparente, porque es una información que está almacenada en nosotros por situaciones que movieron mucha carga emocional.
Algunas de las emociones más frecuentes son:
El miedo es una emoción que se manifiesta de diferentes formas y todas las personas lo sentimos en algunos momentos de nuestra vida.
Es normal tener miedo de enfrentar, por el cambio y la incertidumbre. Se puede tener miedo a tener hijos y afrontar esa responsabilidad, por una separación de la pareja, se puede tener miedo al futuro, entre muchos otros.
Este miedo se manifiesta como: Ansiedad, incapacidad, timidez.
La situación de nuestro país (Colombia) en este momento nos puede dar miedo a perder nuestro trabajo, lo cual se siente como ira o angustia. También podemos tener miedo al abandono de nuestros padres, hijos, pareja, por lo cual se siente tristeza, odio, celos.
Se pude tener miedo a morir, lo cual se manifiesta como fobia, pánico.
Hasta cierto punto es normal porque estas situaciones implican una serie de cambios en nuestra vida. Sin embargo, cuando ese miedo nos paraliza, nos hace sentir muy incómodos afectando nuestra salud y en casos extremos generando enfermedades; hay que tomar una decisión: me dejo llevar por el miedo o comienzo a ver la situación difícil como una oportunidad de hacer una transformación para avanzar en la vida y hacer lo que sea necesario para trascender ese miedo que me limita.
La mejor forma de afrontar los miedos, es estando muy presente en cada momento, viviendo un día a la vez, soltando toda dificultad y fluyendo con lo que la vida nos vaya mostrando.
Nuestra actitud es lo que marca la diferencia entre entregarnos a la pena o comprender la situación y salir adelante.
El sufrimiento es la acumulación [por mucho tiempo] de emociones sin atender, tales como: miedo, angustia, soledad. Se siente como una profunda tristeza. Se puede dar, por duelos, situaciones difíciles vividas a lo largo de la vida, que no se gestionaron en su momento, así hayan pasado 10, 20 o 30 años, la persona siente una perturbación constante debido a ese sufrimiento contenido.
El sufrimiento nos muestra que nos falta algo por sanar, que no hemos comprendido.
Tuve un caso en la terapia de liberación energética que realizo, en la cual la persona había vivido situaciones de agresión, abandono y rechazo en la infancia. Al conectar energéticamente con esa etapa de su vida se manifestó una energía de sufrimiento contenido en su niñez que hacía que, al día de hoy, sintiera una profunda melancolía, sin saber por qué, pues no consideraba que esa situación a pesar de haber sucedido muchos años atrás pudiera estar afectando su vida en la actualidad. Toda situación emocional que se haya vivido de una forma traumática puede estar con nosotros y afectar nuestro bienestar.
Depresión: Puede ser de origen genético o ser un síntoma de miedos que no se han abordado y que han estado muy reprimidos por un largo tiempo. Se siente como nerviosismo, el cuerpo no responde bien, no puede levantarse, bañarse, cambiarse de ropa, provoca no querer hacer nada, se queda quieto en la cama, viendo tv, no hay motivación o ganas de vivir, no hay ilusiones, es difícil saber porque te sientes así.
Lo primero que se recomienda es cambiar la energía. Una forma de hacerlo es comenzar a variar tu rutina con diferentes actividades cotidianas: salir a caminar, hacer nuevos amigos, realizar el deporte que siempre has querido, hablar con un amigo o asistir a consulta terapéutica.
Es importante hacer un cronograma con acciones nuevas como leer un libro o practicar hobbies.
Si es crónico ir al médico.
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